Concursos telefónicos de televisión: probar suerte sale muy caro
ANTES DE PARTICIPAR EN UN CONCURSO TELEFÓNICO:
- No lo haga. Evite la participación en concursos telefónicos a través de números 905. En el mejor de los casos, es decir, cuando no existen irregularidades ni abusos, sale muy caro y no compensa.
- Si no se fía de sí mismo o de sus hijos o familiares, no lo dude: solicite a su compañía telefónica (que está obligada a atender su petición) la desconexión a estos números de tarificación adicional.
- Si ya ha concursado y su factura de teléfono se ha disparado, reclame a su compañía telefónica. Solicite la devolución del importe de la factura correspondiente a la tarificación adicional y acuda a las Juntas Arbitrales de Consumo si la respuesta de su operadora no le satisface.
- Revise las facturas del teléfono móvil y el fijo: los servicios de tarificación adicional deben ser facturados por separado, los identificará enseguida. Si no está de acuerdo con los importes, reclame, pero recuerde que no puede pedir el reembolso de los importes del servicio de telefonía. Lo que debe reclamar es que le devuelvan los importes de la tarificación adicional (los que se queda la empresa que gestiona el concurso) que son los más cuantiosos.
- En ningún caso ofrezca información de sus cuentas bancarias ni acceda a enviar dinero si le anuncian a través de su móvil o su teléfono fijo que ha resultado ganador de un premio.
¿Dónde está la trampa?
Una vez que el usuario decide participar en uno de estos concursos telefónicos y marca el número de prefijo 905, se enfrenta a las siguientes experiencias. La primera, la más fraudulenta y -afortunadamente- menos común, es que le retengan "en espera" la llamada y que, durante ese tiempo, se generen rellamadas automáticas sin consentimiento del consumidor, y sin que se le advierta de que está sucediendo. Esto explica por qué en las facturas de algunos afectados aparecen detalladas decenas de llamadas de menos de cinco segundos de duración. Así, el usuario pagará no sólo la llamada inicial, sino el coste de todas las rellamadas que se han realizado en ese tiempo de espera. Lo curioso es que, tal y como han declarado quienes han sido víctimas de este engaño, las llamadas se efectuaban a unas horas en las que no habían llamado o ni siquiera se encontraban en su hogar. Esta es una afirmación difícil de demostrar en una reclamación, y la situación invita a pensar que cuando un ciudadano marca determinados números con prefijo 905 se queda activado en el teléfono del usuario un mecanismo-trampa que rellama a este número de manera continuada y fraudulenta. El resultado: facturas con importes desorbitados, producto de una práctica delictiva.
Lo más común es que cuando el telespectador llama a un número con prefijo 905 para participar en un concurso, se le informe de que para jugar debe colocarse en una lista de diez personas. Y que, si no se encuentra entre esos elegidos, "tiene que llamar de nuevo". Por ello, lo que menos importa en estos programas-concurso es que el participante conozca o no la respuesta, ya que no es más que un gancho para que el telespectador haga el mayor número de llamadas posible. De hecho, lo más frecuente es que no se dé a conocer el nombre de los ganadores, lo que invita a dudar de que, en efecto, haya algún premiado. Así, cada vez que una persona llame y le levanten el teléfono puede pagar un máximo 1,20 euros por cada llamada (recordemos: 200 de las antiguas pesetas), en los que se incluye el IVA, y de los que una pequeña proporción se la queda la compañía telefónica, mientras que el resto lo factura la empresa responsable del servicio que, a su vez, habrá llegado a un acuerdo económico con la cadena de televisión que emite el programa.
Pese a que estos concursos que han acabado invadiendo la programación nocturna y la de la primera hora de la mañana de las diversas cadenas intentan trasmitir una imagen de legalidad, distan mucho de respetar al consumidor. Sin ir más lejos, la leyenda "Bases depositadas ante notario" que aparece durante la emisión de estos programas traslada la falsa imagen de un aval, el del notario, que en este caso no existe, ya que ese depósito no constituye garantía alguna para el usuario. Además, se anuncian como programas en directo cuando lo más común es que se trate de una grabación en la que (operando delante de un mobiliario, decoración muy elemental y con una mediocre realización televisiva) el locutor, cuyo guión contiene el único argumento de animar a que los telespectadores vuelvan a llamar por mucho que el presentador insista en negar en pantalla la entrada de llamadas. Y lo que es peor, algunos de los teléfonos que se ofrecen para que el público participe permanecen abiertos fuera del horario del programa, ¿cómo se explica esto si el concurso se emitía en riguroso directo?.
Fuente:www.consumer.es
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